¿Tu hígado está sobrecargado? Estas señales podrían estar avisándotelo

El hígado es uno de los órganos más importantes que tenemos. Se encarga de limpiar el cuerpo, procesar las grasas, manejar los medicamentos y ayudar a digerir los alimentos. Pero cuando lo llenamos de comida chatarra, alcohol, sedentarismo o químicos, puede empezar a fallar. Y aunque no lo parezca, el cuerpo sí avisa cuando algo no anda bien. Aquí te dejo algunas señales que podrían indicar que tu hígado está saturado de grasa y toxinas.

1. Te sientes cansado todo el tiempo

Si a pesar de dormir bien te sientes sin energía, puede ser que tu hígado esté trabajando de más. Cuando está sobrecargado, no filtra bien las toxinas y eso deja al cuerpo en modo “agotado” casi todo el día.

2. Tienes problemas para digerir

El hígado produce bilis, que es clave para digerir las grasas. Si hay algo que no anda bien ahí, es común que te sientas inflado, con gases o con digestiones muy pesadas. También puede aparecer el estreñimiento.

3. Subes de peso sin razón

Si te estás cuidando con la comida y haces ejercicio, pero igual notas que no bajas de peso o incluso subes, es posible que tu hígado esté teniendo problemas para manejar las grasas.

4. Cambios raros en la piel o los ojos

Manchas en la piel, acné que no se va, picazón, o incluso un tono amarillento en la piel o en los ojos pueden ser señales de que tu hígado no está limpiando bien la sangre.

5. Aliento fuerte o sudor muy marcado

Un aliento metálico o un sudor con olor fuerte también puede ser señal de que tu cuerpo está tratando de eliminar toxinas de otra forma, porque el hígado no da abasto.

6. Orina muy oscura o heces pálidas

Cambios en el color de la orina (muy oscura) o en las heces (claras o grasosas) pueden indicar que hay un problema con la bilis. También podrías notar que te dan más ganas de orinar por la noche.

En resumen

Si notas varias de estas señales, lo mejor es consultar a un médico. Pero además, puedes ayudar a tu hígado con hábitos simples: come más natural, toma agua, muévete un poco cada día y evita el alcohol. A veces, solo hace falta escuchar al cuerpo y darle un respiro.

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