Todos hemos tenido algún moratón alguna vez. Un golpe contra la mesa, un tropiezo con la cama o incluso una caída ligera pueden dejar esas marcas azuladas o violáceas en la piel que suelen desaparecer con el paso de los días. Generalmente no les damos mucha importancia, porque asumimos que son consecuencia de un golpe y que se curarán solos.
Pero, ¿qué pasa cuando esos moratones aparecen sin que recordemos haber tenido un golpe o cuando surgen con demasiada facilidad? En esos casos, el cuerpo podría estar enviando señales de que algo no anda bien y conviene prestarle atención antes de que se convierta en un problema mayor.

Los moratones, conocidos también como hematomas, se producen cuando pequeños vasos sanguíneos bajo la piel se rompen y permiten que la sangre se acumule en esa zona. Aunque la mayoría son inofensivos, hay situaciones en las que pueden indicar deficiencias, enfermedades o condiciones que merecen ser evaluadas.
1. Fragilidad capilar o envejecimiento
Con el paso del tiempo, los vasos sanguíneos se vuelven más frágiles y la piel más delgada. Esto provoca que cualquier pequeño roce deje una marca visible. Si los moratones aparecen principalmente en personas mayores, suele estar relacionado con la edad, aunque siempre es recomendable descartar otros factores.

2. Déficit de vitaminas y nutrientes
La falta de ciertos nutrientes, en especial la vitamina C, la vitamina K o el hierro, puede facilitar la aparición de hematomas. Estos elementos participan en la coagulación y en la reparación de los tejidos, por lo que cuando escasean, los capilares se rompen con mayor facilidad. Una dieta desequilibrada podría ser la responsable.
3. Problemas en la coagulación
Algunas personas tienen alteraciones en la sangre que dificultan la coagulación normal. Esto puede deberse a trastornos hereditarios o a enfermedades adquiridas. En estos casos, los moratones aparecen de manera espontánea o con golpes mínimos y suelen tardar más tiempo en desaparecer.