
4. Medicamentos que adelgazan la sangre
Los anticoagulantes y ciertos fármacos como la aspirina pueden favorecer la aparición de hematomas. Si estás bajo tratamiento y notas que tu piel se llena de moratones con frecuencia, lo recomendable es hablar con tu médico para ajustar la dosis o valorar alternativas.
5. Trastornos hepáticos
El hígado juega un papel clave en la producción de proteínas necesarias para la coagulación. Cuando este órgano no funciona bien, pueden surgir moratones sin causa aparente. Acompañados de otros síntomas, como cansancio extremo, piel amarillenta o pérdida de apetito, podrían ser una señal de alarma.

6. Problemas de la médula ósea o enfermedades sanguíneas
En situaciones más serias, los moratones recurrentes y extensos pueden estar relacionados con alteraciones en la médula ósea o con enfermedades como la leucemia. No significa que un simple moretón sea un diagnóstico, pero si aparecen de manera frecuente y sin explicación, lo ideal es realizar análisis médicos.
7. Estrés y cansancio prolongado
Aunque parezca extraño, el estrés crónico y la falta de descanso también pueden debilitar el sistema inmune y afectar la circulación. Esto, en algunos casos, aumenta la predisposición a tener pequeños hematomas en distintas partes del cuerpo.

¿Qué hacer si aparecen moratones sin explicación?
Lo primero es observar. Si son ocasionales y desaparecen en pocos días, probablemente no sean motivo de preocupación. Pero si notas que aparecen con mucha frecuencia, en zonas inusuales como el abdomen o la espalda, o vienen acompañados de sangrados en encías, nariz u otros síntomas, lo más sensato es acudir a un médico.
Los moratones no siempre son graves, pero tampoco conviene subestimarlos. Escuchar a tu cuerpo y atender sus señales puede marcar la diferencia entre un simple descuido y la detección temprana de un problema serio.
