Imagínate que encuentras una remolacha en tu nevera y no tienes idea de qué hacer con ella. Pues déjame contarte, hay una receta que te puede sorprender: en el video, se ve que solo necesitas ese ingrediente para transformar algo común en un platillo delicioso, sencillo y nutritivo. Y aunque no se muestran todos los pasos de forma tradicional, se entiende que con un poco de ingenio y ganas puedes lograr algo espectacular.
Después de cocinar o tratar la remolacha, el resultado es una preparación que combina textura, color y sabor. Es fácil de digerir, ideal tanto como entrada o como acompañamiento, y no necesitas más que lo que ya tienes en casa para armarla. La idea es aprovechar ese tubérculo tan versátil que a veces dejamos pasar sin saber lo útil que puede ser. Una forma muy casera de reinventar un vegetal olvidado y convertirlo en un detalle sabroso en tu mesa.

Ahora, te cuento cómo puedes hacerlo paso a paso, desde tu cocina, con un estilo natural y sin complicaciones:
Primero, lava bien la remolacha. Puedes usarla cruda y rallarla finamente o cocerla previamente, dependiendo de si prefieres un toque más tierno o conservar un poco de firmeza. Si decides hervirla, cocínala hasta que esté suave pero aún conserve color vibrante. Una vez cocida, déjala enfriar y pélala; luego córtala en rodajas o en cubitos para que sea más manejable a la hora de montar el platillo.

Enseguida, piensa en agregar un poco de acidez o frescura: un chorrito de limón o vinagre le va excelente para realzar su sabor. También puedes añadir aceitunas, cebolla morada en gajos finos, o incluso manzana rallada para contrastar lo dulce natural de la remolacha. No importa si lo haces al ojo; lo importante es que el resultado combine sabores equilibrados y vibrantes.
Otro toque interesante es agregar una proteína ligera, como lentejas cocidas, garbanzos o huevo duro picado. Además de dar más cuerpo al plato, transforma la remolacha en una opción más completa y saciante. Si lo prefieres, también puedes usar queso fresco o halloumi a la plancha para un contraste de texturas espectacular.

Para aliñar, usa aceite de oliva, sal y pimienta al gusto. Si tienes hierbas frescas como cilantro, perejil o cebollino, pica un poco y espolvoréalas por encima. El resultado debe ser una mezcla de sabores naturales, sin exceso de ingredientes procesados; simplemente la frescura del vegetal transformado.
Una presentación sencilla es colocar la base de remolacha en el plato, añadir los complementos encima y aliñar justo antes de servir. Así mantienes las verduras crujientes y vibrantes. Puedes acompañar con tostadas, pan integral o servirlo como guarnición con una porción de proteína principal: pollo al grill, pescado o incluso tofu marinado van bien.

Personalmente pienso que este tipo de recetas son perfectas para esos días de aprovechar lo que tienes. No necesitas salir a comprar ingredientes especiales, ni dedicar mucho tiempo. Y si te animas, puedes experimentar: prueba con distintas combinaciones—la remolacha va muy bien con sabores cítricos, dulces suaves como naranja o con frutos secos como nueces o pasas pequeñas.
Considera también variar el punto de cocción: cruda, cocida o incluso asada en horno para intensificar su dulzor. Igual puedes preparar un jugo mezclando remolacha con zanahoria y naranja, o una crema ligera con ajo asado para un sabor otoñal reconfortante.

Al final, lo más bonito de esta receta es que convierte algo cotidiano en algo creativo y lleno de vida. Solo con una remolacha puedes improvisar un plato con personalidad, saludable y atractivo para cualquier paladar. Es el tipo de recetas que compartes con amigos y que te hacen lucir sin complicarte la vida en la cocina.
Y lo mejor: si ves que tienes varias remolachas, puedes adaptarla en cantidad y sabor, jugar con diferentes combinaciones de aderezos o complementos. Así nunca se vuelve aburrida.
