Dormir bien es una de las necesidades más básicas del ser humano, pero rara vez pensamos en lo que sucede dentro de nuestro colchón mientras descansamos. Aunque a simple vista parezca limpio y suave, la realidad es que ahí pueden habitar millones de pequeños visitantes invisibles: los ácaros del polvo. Estos diminutos organismos no se ven a simple vista, pero son capaces de causar molestias en nuestra salud, desde alergias hasta problemas respiratorios más serios.
Lo curioso es que muchas personas ni siquiera saben que conviven con ellos cada noche. Y no se trata de algo poco común: prácticamente todos los hogares tienen ácaros, porque encuentran en el colchón, las almohadas y la ropa de cama el lugar perfecto para alimentarse y reproducirse. Lo que más les atrae son las partículas de piel muerta que desprendemos, y como pasamos tantas horas en la cama, es el sitio donde más se acumulan.

¿Por qué los ácaros del colchón son un problema?
Aunque no muerden ni transmiten enfermedades como los mosquitos, los ácaros sí pueden desencadenar reacciones en personas sensibles. Sus desechos microscópicos flotan en el aire y al respirarlos, quienes tienen tendencia a alergias pueden sufrir estornudos, tos, ojos llorosos, dificultad para respirar o incluso ataques de asma. Lo peor es que no siempre relacionamos estos síntomas con el colchón, y pasamos meses sin saber la verdadera causa.
El ambiente perfecto para ellos
Un colchón es un paraíso para los ácaros: oscuridad, calor, humedad y alimento constante. El sudor, la grasa natural de la piel y el polvo crean las condiciones ideales para su supervivencia. De hecho, un colchón que no se limpia nunca puede albergar millones de ácaros en apenas unos años de uso. Y aunque los cambiemos cada 8 o 10 años, eso significa una convivencia muy larga con estos huéspedes indeseados.

Señales de que tu colchón podría estar lleno de ácaros