- Mejoran la digestión
Esta mezcla estimula la producción de jugos gástricos, ayudando al estómago a procesar mejor los alimentos. Es ideal para quienes sufren de digestiones lentas, gases o sensación de pesadez después de comer. - Desintoxican el organismo
El limón actúa como depurador, la sal ayuda a equilibrar los electrolitos y el tomate aporta agua y fibra. Todo esto favorece la eliminación de desechos y mejora la función renal. - Fortalecen el sistema inmunológico
Gracias a la vitamina C del limón y el tomate, el cuerpo se vuelve más resistente frente a infecciones y resfriados. Además, el licopeno tiene un efecto antiinflamatorio que ayuda a reducir la inflamación interna. - Mejoran la circulación y la salud del corazón
El potasio del tomate, junto con los antioxidantes, ayuda a regular la presión arterial. Y aunque la sal debe usarse con moderación, una pequeña cantidad no representa un riesgo, siempre que se mantenga una dieta equilibrada. - Aportan energía y vitalidad
El cuerpo absorbe mejor los minerales y vitaminas, lo que se traduce en más energía y un metabolismo más activo. Además, esta combinación estimula el apetito y puede ser útil en casos de debilidad o falta de ánimo.
Pero también hay precauciones
No todo es positivo si se abusa de esta mezcla. El exceso de sal, por ejemplo, puede aumentar la presión arterial o causar retención de líquidos. Si se tiene gastritis o úlceras, el limón podría irritar la mucosa estomacal. Y aunque el tomate es muy saludable, en personas con problemas de reflujo puede aumentar la acidez.
Por eso, la clave está en la moderación. Una o dos veces por semana es suficiente para obtener los beneficios sin riesgos. Lo ideal es usar sal natural (no refinada), limón fresco y tomates maduros. Y si se consume como parte de una comida equilibrada, los efectos positivos se multiplican.